Noviembre, en resumen.

Día treinta. Y decido hacer un repaso de lo que he hecho este mes. Más que nada para darle algo de contenido al blog, que lo tengo abandonado. 

A lo largo de este mes he leído tres libros: Hasta luego y gracias por el pescado, de Douglas Adams, Fangirl, de Rainbow Rowell y La música del silencio, de Patrick Rothfuss. He comenzado El mapa del caos, de Felix J. Palma, que me tiene encandilada. Y me he contenido para no comprar media docena de libros más. Lo que sí he comprado han sido tres cuadernos moleskine que confío en llenar con alguna idea buena y un montón de tonterías. Y ya que la tarjeta parecía que funcionaba, también compré vestidos, camisetas y un jersey.

Noviembre es para NaNoWriMo. ¡Y este año lo he conseguido! Tengo un diploma que lo demuestra. Y cincuenta y cinco mil cuatrocientas ochenta y siete palabras. 


Para mi sorpresa fue mucho más sencillo que otros años. Creo que el hecho de no tener que estudiar tuvo mucho que ver. Dos horas por la tarde y dos por la noche dan para muchas palabras. No buenas, pero sí muchas. Y entre ellas hay monstruos que viven debajo de las camas, niños insoportables, adultos desencantados, sangre, armas y una maldición. Ha sido divertido. 

Como premio me regalé la banda sonora de "El castillo ambulante". Muchas compras en un solo mes. Ahora me toca contenerme hasta Navidad porque me han dicho que en esas fiestas toca comprar para los demás. Cosas del mundo moderno. 

El lobito ha estrenado el sofá nuevo de casa de mis padres, por el sencillo método de subirse en él y rascar hasta que mi madre sale fuera y le amenaza con no volver a dejarlo entrar. En estos casos T. se limita a mirarla con los pelos cargados de electricidad estática y a seguir rascando. Ni que decir tiene que gana él todas las discusiones. Lo de imponerle autoridad no se nos dio bien desde el principio. Ahora lo tengo a los pies, recogido bajo la mesa, porque afuera llueve y ha aprendido que la lluvia va acompañada de truenos. No le gustan los truenos. Se aturrulla tanto que piensa que es un gato y se sube al respaldo del sofá, y luego a mi cabeza. 

He aprovechado para dar paseos por la ciudad y ver las luces, he comido castañas (me salieron todas malas), he dejado a Alma y a la Ciudad reposando después de terminar el taller con la maravillosa Mamen, que me ha exprimido la inventiva hasta donde nunca habría creído posible. Y como he estado más de una vez al borde de una taquicardia, he reducido la cafeína, aunque sigo tomando té, mucho té. Pero los ingleses toman mucho y son los seres más flemáticos del mundo. Así quiero ser yo, flemática. 

Una desafortunada actualización dejó a mi iPhone sin wifi. Ahora lo miro con cara de lástima y le dedico palabras de aliento mientras aguardo a una próxima actualización. También se me pasa por la cabeza, de vez en cuando, que esta dependencia de las tecnologías no puede ser buena, pero no le hago mucho caso a mi cabeza y sigo acariciando a mi teléfono.

¿Y diciembre?
Pues en diciembre toca retomar a Alma y a su Ciudad, reestructurarla, introducir elementos nuevos y desesperarme. Toca comer bombones de menta, que me gustan mucho más que el turrón. Toca reducir mi montón de libros pendientes de leer, para poder añadir otros a la colección. Tocarán unas cuantas entradas más en el blog. Y más té. 


Comentarios

Entradas populares