La librería, de Penélope Fitzgerald.

Primera incursión en las librerías.
Primera lectura del año. 
Primer libro de esta autora.
Y no me ha gustado. 
Y no es que no esté bien escrito. Que lo está. Es uno de esos libros que se escribían antes: pocas páginas (181, para ser exactos), mucha sustancia. Tiene todo lo que debe tener: una ambientación correcta, unos personajes bien perfilados, un ritmo adecuado, un tono de comedia trágica que te deja con media sonrisa y el ceño a medio fruncir. La lectura no se hace pesada, no aburre y logra una implicación personal con la protagonista. En teoría, un diez. 
¿El problema?
El final. 
El final triste y desencantado.
La librería cuenta la historia de una mujer corriente que decide abrir una librería en su pueblo. En realidad, sería más bien la historia de cómo una vecina soberbia y rencorosa se opone a ello y cómo unos vecinos pusilánimes, permiten que tire por tierra el sueño de una mujer buena. 
Y eso no. No quiero finales tristes. Será el catarro navideño unido al catarro postnavideño y al bajón por la vuelta al trabajo. Será que me ha pillado con la tolerancia baja. Será que no me gusta que ganen los necios. 
No me había enfadado tanto con un libro desde que leí "La conjura de los necios". Esto sería algo así, sólo que en versión té con pastas. 
Eso sí, la edición, de Impedimenta es un preciosidad.
De todas formas, para superar esta lectura, he tenido que recurrir a mi adorado Gianni Rodari y sus "Cuentos por teléfono". Tres cuentos después de comer y seis antes de acostarme. Parece que mi humor mejora. 

Comentarios

Entradas populares