Libros gordos, muy gordos y más gordos.

Para que nos entendamos. 
Con referencias que pueden encontrarse en las librerías sin mucha dificultad.
Los tres libros que componen el Señor de los Anillos son libros muy gordos que, reunidos en uno solo, dan como resultado un libro más gordo.
Los siete libros de las Crónicas de Narnia son libros de tamaño razonable que reunidos dan como resultado un libro gordo.
Jonathan Srange y el Señor Norrel es un libro muy gordo. 
Mis cuatro tomos de las Aventuras Completas de Sherlock Holmes son libros gordos. Reunidos en uno solo componen un libro más que gordo.
La primera parte de Guerra de Tronos es un libro muy gordo.
¿Me siguen?
Bien.
El Nombre del Viento, de Patrick Rothfuss, es un libro gordo, pero dentro de los cánones normales hoy en día. Una entrenida novela de aventuras, bien tramada, que sucede en un mundo medieval fantásico. Es rápida y cómoda de leer y deja una grata sensación de satisfacción. ¿Mi parte favorita? Sin duda los exámenes para entrar en la Universidad.  Además, su escritor parece un enano de la Tierra Media: barbudo, ceñudo e iluminado con una aureola verde.
Ayer me acerqué a por la segunda parte, El Temor de un Hombre Sabio. Cuando lo vi estuve a punto de pegar un grito y decir que me lo partieran, que otro día iría a por la segunda parte de la segunda parte. 
Es un libro más gordo: 1197 páginas. Cuesta sostenerlo. Y cuesta aún más sostenerlo y a la vez pasar las páginas. 
Al llegar a casa leí la primera solapa: "Todo hombre sabio teme tres cosas: la tormenta en el mar, la noche sin luna y la ira de un hombre amable".
Me encantó. "Tiene razón" pensé. Así que por la noche improvisé un atril con un cojín y empecé a leer. E igual que la otra vez, me enganchó. Y me reconcilié con su tamaño.

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