La invención de Hugo Cabret, de Brian Selznick.

Hugo es huérfano. Vive en los pasadizos de una estación de trenes de Paris. Sin que nadie lo sepa, se encarga de qu todos los relojes de la estación funcionen debidamente. Roba comida cuando tiene hambre. Rebusca en la oficina de objetos perdidos, cuando tiene frío. Por las noches arregla un autómata que le dejó su padre. Se da vida... hasta que el juguetero que tiene su tienda en al estación lo descubre intentando robar. Y conoce a una niña llamada Isabelle. Y descubre los trucos de prestidigitación. Y vuelve a encontrarse con la magia del cine. 

No es que no me haya gustado. 

Es que he tenido la sensación de que no era el libro para mi.

No creo que haya sido una cuestión de edad. No es el primer libro infantil, ni mucho menos, que he leído últimamente. La historia es bonita, correcta. El protagonista es un tanto cargante, eso sí. Con un don especial para tomar malas decisiones, decir lo que no debe y no decir lo que debe. Me he quedado con la impresión de que si la historia avanzaba era gracias a Isabelle. 

Por otra parte, la historia se me ha hecho larga. Cuando ya llevaba medio libro y yo ya tenía mi final feliz, me encuentro con que queda una segunda parte. 

Repito. No creo que sea malo. Es solo que no me ha hecho tilín. Le ha faltado algo. Es como si el texto no terminara de vibrar. (Ya ven, hoy tengo el día poético). O tal vez haya sido yo, que no he terminado de conectar con el protagonista. O quizá el hecho de que uno de los personajes se llamara George y hubiera tantas referencias al cines me haya chafado la segunda mitad del libro.

Lo que si que me ha parecido una preciosidad ha sido el libro en sí. Tapas duras, hojas gruesas y unas ilustraciones muy bonitas. Una buena parte del libro la componen dibujos y fotografías. Me ha gustado mucho la idea de que la narración avance parte en texto, parte en imágenes. 

Una lástima. Tenía muchas ganas de que me gustara. En fin. Quizá sea yo. El calor del verano me aplatana. Estos días que se alargan hasta las diez de la noche me agotan. A lo mejor tengo la sensibilidad aletargada.

¡Qué ganas de que llegue el otoño! 


Comentarios

Entradas populares