Miguel Strogoff, de Julio Verne.

"Tenga calma, colega. Cuando se canse usted yo le reemplazaré (tirando de un carro) y usted tendrá derecho a llamarme caracol asmático y tortuga pesada si no le conduzco a velocidad infernal"
Alcide Jolivet.

Resumiendo así, a lo bruto, que hoy ha sido una mañana larga en el trabajo y no estoy para hilar fino: los tártaros invaden la madre Rusia. Para comenzar, han cortado el cable telegráfico. El equivalente actual sería hacer saltar por los aires las tripas de internet. Y el zar, muy apurado, decide enviar a un hombre con un mensaje a la otra punta de Rusia (léase, Siberia) con instrucciones para que su hermano, que es coronel o general o algo parecido, pueda hacer frente a la invasión. Nótese que la solución actual a semejante apuro sería bastante parecida.
El correo del zar se llama Miguel Strogoff. Y como es voluntarioso y entregado, allá que marcha. Por el camino conocerá a una joven que lo acompañará la mayor parte del camino. Y se reencontrará con su madre. Y se cruzará con dos periodistas. 
Como siempre que leo un libro de Verne, tengo la sensación en algunos párrafos de estar leyendo páginas noveladas de una enciclopedia. Las descripciones son extensas e inclementes. Claro que puestas en persepectiva, en su época, tienen su sentido. Supongo que contribuían a crean ambiente cuando no se tenían referencias previas, ya fuera de los paisajes y costumbres de Rusia o de la variedad de fauna marítima. 
Miguel Strogoff pasa penalidades. Muchas. Tantas que parece casi increible. Es fuerte, valiente, decidido, sacrificado.... Incluso mata a un oso. Un cúmulo de virtudes sin ninguna fisura. Lo que hoy se llama un personaje plano. 
El antagonista, traidor del país y aliado de los tártaros es también un malo, malo. Ni un matiz, ni una grieta. Por supuesto, recibe su justo castigo a manos del héroe.
Los dos periodistas son los personajes que aportan la nota de ironía y de humor. Se agradece su intervención. Agilizan, esponjan un poco la lectura. Para mi, son lo mejor del libro. La cita es de uno de ellos.
No ha sido una lectura apasionante, pero sí que ha sido agradable. Es una novela de aventuras, pura y dura. Salvo por las descripciones, la secuencia de acontecimientos es incesante. El protagonista da un paso adelante y se ve obligado a dar tres atrás. 
Leerlo ha sido como meterse entre pecho y espalda un asado sustancioso, de esos que preparan las abuelas y que sientan como una piedra, en tiempos de tofu y de ensaladas de brotes crudos. Anacrónico, pero agradable. 
Mi novela favorita de Julio Verne sigue siendo "La vuelta al mundo". Creo que los personajes están más logrados, el ritmo es más ágil. Y Passepartout, el mayordomo, es magnífico. 
Aún así, me ha gustado la experiencia. No deja de ser una lectura fiable, tranquila. Cuando empiezo se que los buenos serán buenos todo el libro y tendrán un final feliz. Los malos serán justamente castigados. A veces los blancos y negros consuelan.

Comentarios

Entradas populares