El maestro (también conocido como Tim Powers).

Lo que tiene acumular talleres de escritura como quien acumula, no sé, chapas, canicas, calcetines desparejados, seguidores de Facebook, o bolígrafos gastados, es que al final algo queda. Una especie de interruptor que se activa cuando se leen las palabras adecuadas.

Pongamos que estoy leyendo a Tim Powers. Pongamos que está leyendo "Esencia oscura". De pronto me doy de bruces con algún fragmento que acciona el interruptor y lo releo y me maravillo y me rindo al maestro. 

A continuación, algunos ejemplos. El texto original va entre comillas. Mis reflexiones van en cursiva y son breves, que si no deslucen.

"—Es Merlín —se recordó el irlandés—, el último príncipe de los Poderes Antiguos, la figura que corre oculta, como un hilo incongruente, por el tapiz, desdibujado por el tiempo, de la prehistoria británica". Poesía. O cómo dibujar un personaje en tres líneas.

"A lo largo de la mañana, parches cambiantes de luz y de sombra motearon la llanura y velos de lluvia barrieron una o dos veces la ciudad de tiendas turcas como si fueran faldas de las nubes que pasaban. 
Como había predicho Aureliano, los turnos se desplazaban hacia la parte este de la muralla y hacia la brecha, que parecía el hueco de un diente roto en una mandíbula de piedra. (al llegar aquí a mí se me descolgó la mandíbula de pura admiración). Los centinelas pegaban la oreja al suelo y decían que oían a los zapadores cavando en varios puntos al norte de la sección derrumbada. Hubo intercambios puntuales de cañonazos, pero, aparte de una andana particularmente densa de fuego turco en la muralla al mediodía, no fuero más que formalidades esporádicas. Dos párrafos para situar al lector en el espacio y en el tiempo; no hace falta más.

"La batalla era inminente, y los vendedores de horóscopos y talismanes hicieron buen negocio entre soldados y civiles por igual. Las prostitutas y los vendedores de bebidas atestaban los improvisados barracones de los lansquenetes, sacando partido de la extraña economía invertida, tan común a las ciudades largo tiempo asediadas. El consuelo de la fe era gratis, pero no lo era nada más, y la comida resultaba mucho más difícil de comprar que la suerte, el sexo o la bebida". Un párrafo para situar al lector en una situación. Merece la pena releer la última frase unas cuantas veces: "El consuelo de la fe era gratis, pero no lo era nada más, y la comida resultaba mucho más difícil de comprar que la suerte, el sexo o la bebida". Rotunda, redonda y delicada a la vez. 

"El agua sucia del Wiener-Bach agitada por piedras y grumos de tierras que caían ocasionalmente, reflejaba los fulgores de los cañones disparados desde la muralla, de manera que Duffy, en la orilla, a un centenar de pasos al norte de la nueva brecha, veía dos destellos por cada disparo cuando miraba atrás. Los cañones turcos devolvían el fuego convertido en resplandores distantes de luz roja en la oscuridad." Sabemos con cuatro líneas dónde está el protagonista, qué tiene delante y qué detrás.

Añadimos a esto un hecho real (el sitio de Viena por los turcos en el año 1529), un protagonista que no tiene ningunas ganas de serlo, una reencarnación del rey Arturo que más bien parece una posesión, unos par de magos y un buen puñado de criaturas mágicas y tenemos una novela de las que me tienen leyendo hasta la madrugada. 

Por muchos talleres de escritura que acumule, a mí esto no me sale. 




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