Érase una vez la taberna de Swan, de Dianne Setterfield.

Dicen los autores por internet que una forma de apoyarlos, aparte de comprar su libro, es hablar de él: prestarlo, comentarlo, escribir reseñas....

Dado que lo mío no son las reseñas y que cuando me pongo a hablar de diseño de personajes, argumento y ritmo narrativo no hago más que decir tonterías, probaré con algo diferente. 
Leí "El cuento número trece", de Dianne Setterfiel, hace mucho, mucho tiempo. Por aquel entonces todavía leíamos los periódicos en papel y los suplementos de los domingos incluían reseñas literarias. Así supe por primera vez del libro. Y en una visita a casa de mi tía, se lo cogí prestado porque por aquél entonces lo normal eran los libros en papel y la rareza los libros electrónicos, lo que nos permitía tomar prestados y prestar libros cuando íbamos de visita a otras casas. 
Pero divago. 
Me leí "El cuento número trece" y me encantó. De esa forma en que te cautivan y te atrapan algunas historias sin saber por qué. Lo leí, lo devolví y, aprovechando un viaje en tren, lo compré. Y lo leí. Y lo releí. Y saber el desenlace del libro, conocer la historia no le quitaba el placer de leerlo. Es como esa historia que te cuentan una y otra vez y no te cansas de escuchar. Regresar a un lugar familiar y acogedor. Me pondré cursi y diré que, para mí, ese libro tiene magia. Cuando me quedaba sin lectura, cuando pasaba un mal día, un mal mes, volvía al libro. 
Esperé. Esperé a que la autora publicara otro libro. De vez en cuando consultaba las páginas web de las librerías para ver si publicaba algo nuevo o visitaba su web. Y después de una espera que me pareció muy larga apareció "El hombre que perseguía al tiempo". Creo que lo compré el mismo día que salió. Lo leí. Y no entendí nada. La forma de narrar era bonita, pero no entendí la historia en absoluto y el final me dejó perpleja. Así que lo coloqué en la estantería, volví a leer "El cuento número trece" y esperé. 
Y llegó el tercer libro: "Érase una vez la taberna de Swan". 
La compré en cuanto pude escaparme a la librería. La leí. Me encantó. 
Tuve la misma sensación que con "El cuento número de trece". De lugar familiar y confortable. Una historia de las que hay que leer en otoño, con los pies encima del radiador durante un fin de semana largo. 
Cuenta una historia muy sencilla. Dos historias, en realidad. No; cuenta muchas historias. La aparición de una niña en un río trae al recuerdo de los lugareños la desaparición de otra hace unos años y, a partir de ahí, la historia discurre y se desenreda. Me pondré cursi otra vez y diré que discurre como lo hace un río; porque es el río el protagonista de la historia. El río que influye en la vida de los personajes y el río que se siente en el lenguaje, en la construcción de las frases, que a mí me han parecido bellísimas. 
Y para colmo, incluye un mapa al principio. Todos los libros deberían llevar un mapa al principio.
No he puesto el libro en la estantería. Lo he dejado aparte, para releer en cuanto este verano interminable se termine.
Y, como piden los autores en internet, lo comento y lo recomiendo. 

Érase una vez la taberna de Swan. Dianne Setterfield. Editorial Lumen. Febrero de 2019. Traducción Ana Mata Buil. 603 paginas.

Comentarios

Entradas populares