A Darker Shade of Magic, de V. E. Scwab

O lo que vendría a ser lo mismo "un tono más oscuro de magia" o "un matiz más oscuro de magia". 

Bienvenidos a Londres. Mejor dicho, bienvenidos a múltiples Londres. Hay un Londres Rojo, en el que la magia vibra y lo impregna todo; un Londres Gris, en el que la magia se ha olvidad y que vendría a ser nuestro Londres a finales del siglo XIX; y un Londres Blanco, que se está devorando a si mismo en sus ansias por consumir más y más magia. También hubo una vez un Londres Negro, pero nadie habla de él. 

Kell es un mago, un Antari, uno de los pocos de su clase que quedan y una de las pocas personas que puede viajar entre diferentes Londres. Por eso es el correo de su reino, Londres Rojo. También es un ladrón. Sustrae baratijas de un Londres para venderlas en cualquiera de los otros dos, algo que, por supuesto, está terminantemente prohibido.

Un día va a parar a sus manos un objeto que no debería tener. Algo oscuro, maligno y vivo procedente del Londres Negro. Para cuando descubre lo que es, un ladrón callejero, una ladrona en realidad, se lo roba. 

La ladrona se llama Lila. Y es una rata callejera, una pirata sin barco, una superviviente y una aventurera. Y ambos, Kell y Lila, se ven obligados a unir fuerzas en tres Londres diferentes para deshacerse de ese objeto.

¿Qué puedo decir?

Pues que ha sido una delicia leerlo. 

Aventuras. Pero aventuras de las buenas. Aventuras como las de la Princesa Prometida y los Goonies.  Y abrigos mágicos con lados infinitos, sables y espadas, magia, sangre y muertes. 

Y unos personajes brillantes. 

Kell es un ser atormentado, deseoso de pasar inadvertido, pero incapaz de conseguirlo por su propia naturaleza. Alguien que incómodo en su propia piel. Alguien solitario.

Lila es una ladrona, una pirata sin barco. Un personaje femenino, fuerte y tenaz que no se deshace en suspiros por el protagonista. Ayuda a Kell, pero lo hace por un sentimiento de lealtad que, en el fondo, le resulta molesto. Carga con una espada, un revolver y cuchillos y a lo largo de casi cuatrocientas páginas, le da tiempo a utilizarlos todos (varias veces). 

El despliegue de los cuatro Londres es ingenioso, como capas solapadas de un pastel. El sistema mágico se basa en una idea de la magia como algo vivo. En el Londres Rojo se pacta con ella; en el Londres Blanco se intenta dominar. Me gusta, es sólido y no da pie a incoherencias. 

En cuanto al ritmo, es rápido, sin ser apresurado. No hay cliffhangers al final de cada capítulo (¡qué poco me gustan) y el final queda lo suficientemente cerrado como para dejarlo ahí y lo suficientemente abierto, como para dar pie a una aventura diferente. Repito: una aventura diferente. No la continuación de la que leemos. 

Me ha gustado mucho. Me ha parecido una propuesta original y bien desarrollada. Escrita con mimo y, sobre todo, con un cariño tremendo a los personajes. Son Kell y Lila los que hacen la historia. Sin ellos, sólo tendríamos cuatro Londres de diferentes colores. 



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