Dónde leer

De pequeña me gustaba encerrarme en el armario a leer. Colgaba una linterna de petaca en una percha y me dedicaba a leer allí por el simple placer de saberme escondida. Con tiempo, claro, crecí. Y mucho. Los pantalones me golpeaban la cabeza, la luz se bamboleaba y las rodillas me chocaban con el fondo del armario. Definitivamente se me había quedado pequeño. Fue el primer síntoma de que me hacía mayor. El segundo fue comer judías verdes voluntariamente.
Luego descubrí el placer de leer hasta tarde. Hasta muy, muy tarde. ¿Hay alguna sensación parecida a la de tener la casa en silencio, la noche fuera y, en un rinconcito de luz, bajo las mantas leer hasta que uno descubre que se le han hecho las cuatro de la mañana? Si. Levantarse un fin de semana, desayunar y volver a meterse en la cama a seguir leyendo. Puro deletie.
También me gusta leer en los medios de transporte. O más bien, esperando a los medios de transporte. Los aeropuertos son buenos para eso. Y como cada vez hay que ir antes, cada vez hay que llevarse libros más gordos. En los aviones, sin embargo, estoy más pendiente de escuchar si el motor se cae, así que me limito a  abrazar el libro y a poner cara de angustia.
Los trenes sí son buenos sitios para leer. Claro que aquí soy un poco elitista. A mi me gusta leer en el Ave. Apenas se mueve, no hace ni frío ni calor, está bien iluminado y los asientos son abatibles. Leer en el resto de líneas renfe no me da tan buen resultado. Recuerdo un viaje a Talavera de la Reina. Tenía doce años y "Oliver Twist" para hacerme compañía. Pero el tren traqueteaba, los asientos estaban desfondados y me resultaban mucho más interesantes las conversaciones del resto de los viajeros. Al final tenía calor, el terciopelo falso de los asientos me picaba y estaba hasta el gorro de aquél niño que no hacía más que sufrir,
¿Otro sitio estupendo para leer? Antes de un examen. No solo uno se aisla, sino que los demás le dejan en paz.
Ahora que ya tengo una edad que si no respetable, al menos se considera juiciosa, leo, sobre todo, sentada con las piernas cruzadas en una esquina del sofá. El libro apoyado en un cojín grande, la espalda pegada al respaldo, y mi perrito T. acurrucado junto a mí. De vez en cuando lame la página que tengo abierta o mordisquea una esquina del libro. Y yo, ¿qué voy a decir? estoy a gusto.

Comentarios

  1. Ya me imagino a qué irías a Talavera de la Reina. Soy tu primo (el que toca la guitarra no, el otro). Te dije que te pasaría mi blog (que no es gran cosa y del que hace mucho que no hago cuenta) pero no he sido capaz de encontrar en este amasijo de información tu dirección de correo. Te dejo pues el link:

    http://destruccionmundial.blogspot.com/

    P.D : El título tiene ya unos años, no me lo tengas muy en cuenta (como todo lo que hay en él, viejo o no)

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