Instrucciones para una obra.

T. y yo hemos estado de obras. Más o menos. Además de descubrir que a T. le perturba que mueva los muebles de sitio (me sigue con la cola gacha y los ojos tristes) he aquí una serie de consejos que espero, querido lector, le sean de utilidad. 
No haga una obra. Nunca. 
Es más. No la haga nunca jamás de los jamases. 
Para facilitarle la cuestión, le ofrezco una serie de consejos útiles: los agujeros de la pared se pueden rellenar con pasta de dientes y pintar con acuarelas, las grietas se sostienen estupendamente en su sitio con cinta de embalar. ¿Una mancha de humedad? Coloque delante una planta frondosa. Si todo falla, cierre los ojos. Si los desperfectos no se ven, es que no están ahí. 
Si pese a todo decide embarcarse en una obra, ahí van mis recomendaciones. 
Antes: obreros y polvo forman un todo. Sobre ellos flota una nube de polvo que sedimentará en su casa quiera o no. Así pues retire todos los libros, recuerdos de viajes, cuadros, electrodomésticos y muebles que pueda. Métalos en un cuarto y selle la puerta con cinta de pintor en cantidad suficiente para crear el vacío. De lo contrario, pasará una semana pasando el aspirador por cada una de las páginas de sus libros.
Durante: márchese. Aléjese si puede. Instálese en casa de familiares, amigos, enemigos, donde sea. Hay algo desolador en ver una casa desnuda, con las paredes llenas de agujeros. Uno nunca vuelve a ser el mismo después de haber visto el cuarto de baño a través de un agujero en la pared de la cocina. Además habrá cables suelto y tuberías rotas. Siempre. 
En este "durante" sería conveniente que recitara oooooom oooooom a intervalos regulares. Este "durante" está hecho de imprevistos. De "vaya por Dios, el techo era de cartón", de "quién lo iba a decir, que las tuberías eran de plastilina", de "han dejado de fabricar la pieza, no se apure, que le traeremos otra de las indias". 
Ooooom, ooooom.
Después: respire. Mire su casa, los estratos de polvo, los restos de cemento. Respire de nuevo y controle la taquicardia. Luego adopte una visión cortoplacista. No vea más allá de la baldosa que tiene delante. Haga acopio de amoniaco, agua, barreños, bayetas, cubos y fregonas y limpie esa baldosa, luego la siguiente. Ponga música relajante, intercale más oooooms cuando cambie el agua de fregar.
Por último: coloque de nuevo en su sitio todo lo que retiró. Vista de nuevo su casa. Devuélvale la dignidad. Le aviso. Es más fácil retirar que reponer. 
Y, por fin, hágase una taza de té, y ovíllese en el sofá con una mascota peluda. Ya pasó. 

Comentarios

  1. Ja, ja, ja!!! Seguro que ha quedado guay!!!¿Entonces no vas a reciclarte albañila, arquitecta o pintora de brocha gorda?

    Besos desde Vicente Berdusán.

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    Respuestas
    1. No, nada de reciclaje, de momento. He tenido suficiente polvo de yeso para un tiempo. Besos.

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  2. ¡Cachis! Si ya te estábamos viendo con el pañuelo de cuatro puntas en la cabeza. Que vaya bien la tarde. Me ha chivado un pajarito que la tenías ocupada.
    Más besos Marivi

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