La invasión

Boletín informativo de la M.G.B, la radio de la resistencia, emitiendo en directo desde los búnkeres de la frontera. 
Hoy, en el tricentésimo quinto día de la llegada de las simientes, las fuerzas aliadas han esparcido el herbicida V-17 por los territorios caídos del sur. La decisión se tomó anoche con carácter urgente tras perder la comunicación con los últimos resistentes. Nuestro amor está con las familias de los últimos enraizados. 
Si el cielo se mantiene despejado las próximas horas el gabinete de crisis estima que las plantas sucumbirán. Según el doctor Ostab Stubbs, a quien tuvimos la ocasión de entrevistar hace apenas unas horas: “No hay que olvidar que esta especie invasora es, al fin y al cabo, una planta. El herbicida V-17 incorpora nanotoxinas que se filtran a través de la corteza y se adhieren a las células clorofílicas atacando a sus sistema inmune, provocando que la planta se marchite en horas y sea vulnerable al fuego”.
Si el pronóstico resulta ser cierto, las fuerzas aliadas incendiarán lo que quede de las plantas mañana al amanecer. Como ha dicho el General Takao Kore: “Esas malas hierbas arderán hasta las cenizas”.
Sin duda, las de hoy son noticias esperanzadoras; sin embargo, no nos resistimos a recordarles las recomendaciones habituales. Bajo ningún concepto toquen, ni mucho menos, consuman, una simiente que no provenga de un centro de control. No olviden que esta especie alienígena cambia su apariencia para maximizar la colonización. 
Si, por desgracia, el contagio ya ha tenido lugar, llamen a su centro de control asignado. El personal sanitario y de seguridad lo trasladará en las condiciones adecuadas al campo de desparasitación. Recuerden que el tratamiento es sencillo y casi indoloro y que surte efecto en pocos días. 
Si no les resulta posible contactar con su centro de control, tomen las siguientes medidas: absténganse de consumir líquidos y eviten la luz solar. Si es posible, sumerjan manos y pies en el herbicida de que dispongan para ralentizar el crecimiento de la simiente dentro de sus cuerpos. Recuerden recortar cuantas veces sea preciso los zarcillos que broten en las plantas de los pies y en las palmas de las manos. Un ser humano enraizado es un ser humano perdido. 
Sigan estas sencillas instrucciones y no sólo salvarán su vida; también contribuirán a salvar nuestro planeta. 
Resistiendo, ahora y siempre, se despide de todos ustedes este locutor. 
¡Larga vida a la Tierra!

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