Noviembre, sin NaNoWriMo.

Aviso: tengo el día quejoso, así que esta es una entrada quejosa, autocomplaciente y una pizca melodramática.

Llega noviembre, lo que en mi calendario particular viene a significar que llegan los primeros fríos, las castañas y NaNoWriMo. O, al menos, así era otros años. Según los archivos de este blog, así ha venido siempre desde el año 2011.
Pero este año es diferente. 
¿He dicho ya que me mudé? En realidad no me mudé yo, sino el equipo de mantenimiento (léase, mis padres), sin el cual seguiría penando entre cajas o habría sufrido un ataque de ansiedad. El caso es que dejado el clima helador de M. Ahora estoy en B, donde la temperatura por las mañanas no cae en picado. Ya no hay frío. Primer elemento de noviembre que es diferente. Ahora tengo niebla. No la niebla baja que cubre las calles como si fuera algodón deshilachado y que va levantando a medida que llega el medio día, sino una capota de niebla. Hoy es el cuarto día que llevamos sin ver el sol.
Y, como no hace frío, las castañas parecen fuera de lugar. Voy por la calle, las huelo y luego pienso que lo que en realidad me apetece es un batido de frutas. Así que, paso de largo. Segundo elemento de noviembre que es diferente. 
Y llegamos a NaNoWriMo. El mes de escritura de novela, la locura a la que otros años me lanzaba de cabeza. Este año no. No lo aguardaba, no lo preparé y no lo cogí con ganas. Así que voy sumando palabras a desgana y cualquier excusa me parece buena para dejar de escribir. Que si la pantalla del ordenador está muy sucia, que si es muy tarde, que si es muy temprano, que si parece que T. quiere salir, que si, total, ya recuperaré mañana. 
Un desastre. Un fracaso en toda regla en el que me enfango a sabiendas de que me estoy enfangando. 
En realidad, llevo arrastrando esta desgana desde el mes de agosto. No escribo nada nuevo, no reviso nada viejo, no apunto ideas y todo me parece malo. Ya se la cura para estos caso: escribir. Pero ahora me resulta más sencillo no hacer nada que hacer algo. 
Sin embargo. por aquello de hacer algo, me apunté a un taller de novela negra. El profesor, un señor de esos que vive la profesión, a los que da gusto escuchar y al que le robarías parte de su entusiasmo si el entusiasmo se pudiera robar, nos estuvo hablando de las primeras frases de una historia, de cómo tenían que atrapar al lector para no dejarlo marchar. Y, como los paseos con T. dan para mucho, pensé en unas primeras líneas. 

"Encontraron al director en el comedor, con las manos atadas a la espalda, colgando sobre la mesa de los profesores. Mientras el inspector trataba de averiguar quién lo había hecho, profesores y alumnos se preguntaban por qué nadie lo había hecho antes".
Sería una buena historia para el mes de noviembre. 49.958 palabras más y tendré mi NaNoWriMo. 

Sólo por aquello de mantener el espíritu del blog, las últimas lecturas han sido "Seraphina" de Rachel Hartman, sobre dragones, muy recomendable. Y "El gusano de seda" de Robert Galbraith (J.K. Rowling), también recomendable. 

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