Lunes de diccionario. Hermafrodita.

hermafrodita
Del lat. hermaphrodītus, y este del gr. ἑρμαφρόδιτος hermaphróditos, infl. en su t. por Afrodita.
1. adj. Que tiene los dos sexos.
2. adj. Dicho de una persona: Que tiene testículos y ovarios, lo cual le da la apariencia de reunir ambos sexos. U. t. c. s.
3. adj. Bot. Dicho de una flor: Que reúne ambos sexos.
4. adj. Bot. Dicho de un vegetal: Que tiene flores hermafroditas.


"Llegaron envueltos en polvo de estrellas…”
Así comienzan las historias que contamos a nuestros hijos. 
El meteorito cayó sobre la ciudad de Marsella. Un pedazo de roca, no mucho más grande que un cubo de basura creó un cráter que se tragó varias manzanas.
De no ser así el meteorito hubiera pasado desapercibido; uno más de cuantos caen a la Tierra en el desierto o de los que se hunden en el mar y entonces estaríamos contando a nuestros hijos historias muy distintas.
La Agencia Espacial corrió a recogerlo y descubrió en su interior un racimo de seres unicelulares agotados, congelados, que apenas latían. Pero latían. Las imágenes ocuparon los telediarios durante semanas. Células coloreadas bajo la luz de un microscopio que se contraían a un ritmo propio. 
Los científicos aislaron uno de los seres. Lo cuidaron y el ser comenzó a crecer. Se dividió y sumó células que se volvieron dividir y a multiplicar. La probeta se le quedó pequeña y tuvieron que pasarlo a bandejas cada vez más grandes. En cuestión de semanas donde antes había una única célula, ahora se retorcía un bebé, una niña. Unas semanas más y la niña alcanzó la pubertad. Al mes ya era adulta. 
La llamaron Andrómeda. 
Se repitieron los ensayos. Las células de las estrellas se repartieron entre los continentes y en todos los casos se obtuvo al cabo de un mes un ser adulto, racional y funcional. Tres meses después de la caída del meteorito eran veinte los extraterrestres, tanto varones como mujeres, idénticos a nosotros. Muchos se lanzaron a formular teorías acerca del origen estelar de la humanidad. 
Pese a toda la cobertura mediática, pese a los estudios científicos, mesas redondas y encuentros internacionales, a nadie le llamó la atención que en equipos de mayoría masculina, se desarrollaran mujeres y en los de mayoría femenina, hombres. Tardamos mucho tiempo en darnos cuenta de que los seres de las estrellas podían cambiar de género en cuestión de minutos. Para cuando los telediarios lanzaron la noticia todos los seres unicelulares que viajaron con el asteroide habían evolucionado y los primeros híbridos habían nacido ya. Dotados de la capacidad de desarrollarse hasta su condición adulta en semanas eran ya miles al cabo de un año. 
Las teorías sobre el origen estelar de la humanidad se desecharon cuando nos dimos cuenta de que eran más que humanos y más que hermafroditas. También eran interespecie. Un ser adulto proveniente de las estrellas se adentraba en un bosque y al cabo de tres meses ese bosque ya no era el mismo. 
Nosotros tampoco.
“Llegaron envueltos en polvo de estrellas” les decimos  a nuestros hijos  “Son como nosotros y son más que nosotros y por eso son quienes nos guían ahora. Por eso les construimos nuevas pirámides y por eso les entregamos a los mejores de entre nosotros.” 
Dicen que hay grupos, desperdigados por el mundo, que se les resisten, que piden recuperar la Tierra para los hombres. Siempre ha habido quienes no reconocen el progreso.

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