Mircocuento: El Dios
Lanzó a los siluros contra los cimientos. Sólo una
embestida. Un poco cada vez. No habían nacido en su seno, pero habían resultado
una especie muy conveniente.
Se entretuvo en trazar los remolinos.
No tenía prisa. Era eterno. Era Hiberus.
Y cuando la primera de las torres de aquel altar que
llamaban "Pilar" cayera, retornarían las ofrendas y los hombres
pronunciarían su nombre con reverencia.
(Nota: Envié este microcuento a un concurso, pero que no ganó. ¡Con lo que me costó a mi informarme sobre la forma correcta de escribir "Hiberus"! Terminé recurriendo a mi diccionario de latín del Bachillerato. En fin, ahí queda, para disfrute quien quiera).
Yo lo he disfrutado!!!!!
ResponderEliminar¡¡Gracias!!
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