El verano en libros.

Este verano no he hecho nada. 
Sí, así de rotundo.
Tres semanas de vacaciones y no he ido a la playa, no he dado largos paseos, no he estudiado. En parte porque hacía tanto calor que incluso las moscas estaban tontas y en parte porque he estado vaga. Eso sí, he leído mucho. ¡Y como lo he disfrutado!

La vuelta al mundo en ochenta días, de Julio Verne.
Phileas Fogg, imperturbable caballero inglés apuesta que es capaz de dar la vuelta al mundo en ochenta días. Y a ello que se pone, arrastrando consigo a su mayordomo, Passepartout, con mucho, mi personaje favorito del libro. 
Una lectura divertidísima y sustanciosa. 

El fantasma de la ópera, de Gaston Leroux.
De este libro únicamente tenía la referencia de la película que ni siquiera he visto. Pero me ha gustado mucho. En él un periodista relata los acontecimientos que rodearon la desaparición de la bella Christine y de su enamorado Raoul. Me sorprendió especialmente la segunda mitad del libro: los toques árabes, el misterio, el pasado del fantasma. 
Igual que el anterior, divertido y sustancioso. 

Leviathan, de Scott Westerfeld.
Con este di un cambio radical de aires y entre en el género steampunk, o lo que es lo mismo, el género que explora qué hubiera ocurrido si en el momento de la invención de la máquina de vapor y el descubrimiento de la genética, la humanidad hubiera seguido un camino alejado de la electrónica y el petróleo. Seres genéticamente diseñador, sombrillas y miriñaques, máquinas de vapor, relojes de cuerda y la Inglaterra victoriana. 
Se sitúa al comienzo de la primera guerra mundial y cuenta dos historias que se terminan juntando. La de Deryn, una joven que se hace pasar por un chico para entrar al servicio del ejército británico en el Leviathan, un dirigible-ballena, y la de Alec, heredero al trono austrohúngaro, que debe huir tras el asesinato de sus padres. 
Las ilustraciones que acompañan al libro son preciosas. 

Trilogía Cazadores de sombras, de Cassandra Clare.
Flojita. El argumento es el mismo que se repite hasta la nausea en la literatura juvenil. Chica normaliza conoce a chico misterioso y perdonavidas. Chica normalita descubre que no es tan normalita; resulta que puede ver monstruos de todo tipo y se misión es matarlos. Chica normalita se toma su nueva condición con una tranquilidad pasmosa y sufre taquicardias cuando ve al chico misterioso. Esto no sería para tanto si no fuera porque la chica normalita no sólo carece de iniciativa sino que tiene una habilidad especial para poner en peligro a todo el que le rodea que resulta de lo más irritante. 
Aún así, me tragué entera la trilogía.  

La verdad sobre el Caso Harry Quebert, de Joël Dicker. 
Un escritor que se ha quedado bloqueado debe probar que su mentor no mató a la chica de quince años con la que mantuvo una relación hace mucho tiempo y cuyo cadáver que han encontrado en su jardín.
La reseña que leía decía que era una novela de misterio y una novela en la que el escritor y su mentor hablaban sobre el proceso de creación de una novela. 
Bien, sí y no. La novela de misterio se mueve en el tiempo adelante y atrás  y entre los personajes de una forma curiosa. En cuanto a las disertaciones que esperaba encontrar sobre el proceso de creación de la novela, no son tales, sino breves apuntes al comienzo de los capítulos. 
Entretenida, pero esperaba otra cosa. Eso, por fiarme de la reseña oficial de la editorial. 

La abadía de Northanger, de Jane Austen. 
Relectura. 
Deliciosa. Como todas las novelas de Jane Austen. Pausada, plácida y con una buena dosis de ironía.
Gorgeaba de gusto mientras la leía. 

El dador, de Lois Lowry.
En el mundo de Jonás todo está perfectamente controlado, desde el número de miembros de cada familia, hasta los alimentos que reciben o la ropa que deben vestir. A los doce años, todos los niños son asignados a una profesión. Jonás se convertirá en el receptor de recuerdos de su Comunidad.
Una novela preciosa donde se explora la vida de una Comunidad controlada y vigilada, la toma de conciencia de la individualidad y las consecuencias de tomar una decisión diferente a la establecida. 
El protagonista es un niño de doce años serio, responsable y cabal. Y es un alivio que no haya el consabido triángulo amoroso, ni un amor de los de "si quiero, pero no debemos, pero aún así nos amamos".


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