Fin de semana largo.

Fin de semana de puente largo. Aprovecho para hacer cosas de fiesta. Por fin termino “Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar, que es la próxima novela del Club de Lectura. Novela densa, contundente. Largo y bellísimo monólogo interior. 
Fin de semana de exposiciones. Visita al Caixa Forum donde muestran al Greco a través de la mirada de Santiago Rusiñol. Y, ya que estamos allí, nos paseamos por una exposición sobre números. La primera tiene cuadros preciosos, llenos de luz y de ángulos. La segunda tiene números y se me escapa más de lo que consigo comprender. Aún así, me gustan estas mañanas de museos.
Ayer cine. “Una pastelería en Tokio”. Una de esas películas que echaban antes en los cines Renoir: pausada, delicada, tranquila, con largos planos de cerezos en flor, de ramas mecidas por el viento y de hojas secas corriendo por las calles. Una película donde lo que pasa, sucede despacio, sin estridencias. Nada explota, nadie sangra, nadie grita. Y, aún así, no se hace lenta. Es un trocito de vida filmado, nada más, nada menos. 

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