La segunda vida de Viola Wither, de Stella Gibbons.

Hacer reseñas no es lo que se me da mejor. Pero hace calor, las tardes son largas y llega un momento en el que Netflix te da un toque de atención y te pregunta si no llevarás demasiado rato delante de la tele. 
Así que allá voy. Después de casi dos años, una reseña. 
Como este es mi blog y yo mando empiezo con las lecturas a partir del mes de julio y la primera es una novela de “té con pastas”. 
Este es un género de mi propia invención. No está en las librerías, aunque debiera. Su título completo es “Señoras inglesas con muy mala leche que toman té con pastas”. Aquí cabe cualquier novela británica en la que el narrador tenga un humor muy negro y muy fino, las protagonistas sean mujeres y, en algún momento, tomen té con pastas o con sándwiches de pepino.
Las novelas de Stella Gibbons cumplen todos estos requisitos. 
“La segunda vida de Viola Wither” era el último título que me faltaba. Lo publica Impedimenta (bellísimamente, como siempre) y lo traducen Laura Naranjo y Carmen Torres García (siempre me dejo a los traductores).
Escenario: campiña inglesa. Protagonista: una familia inglesa moderadamente acomodada. Detonante: Viola Wither, joven e inocente, un tanto simple pero con buen corazón, quien por motivos poco románticos se casó con el hijo de dicha familia y ahora que ha enviudado no tiene más remedio que irse a vivir con su mustia familia política. Lo de “mustio” es de Viola, no mío. 
Por el título de la novela y el resumen de la contraportada parecería que la protagonista es Viola. Discrepo. Viola termina en brazos de su héroe, felizmente casada e igual de inocente que comenzó. 
Los protagonistas son los Wither, especialmente Tina, la hermana menor, que vive con el chofer un romance sereno, sencillo y bonito; de los más bonitos y satisfactorios que he leído últimamente. 
La galería de secundarios es excelente, cómicos y tiernos a partes iguales. Y la narradora es inclemente, como debe ser.
Es una novela que trata sobre segundas vidas; todos los personajes terminan en un lugar diferente de aquél en el que empezaron, un poco aturdidos por el giro, pero satisfechos. 
Ha sido un libro estupendo para comenzar las vacaciones. 

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