Lunes de diccionario. Trinchar.

trinchar 
Del fr. ant. trenchier.
1. tr. Partir en trozos la comida para servirla.
2. tr. coloq. Disponer de algo; decidir en algún asunto con aire y tono de satisfacción y autoridad.
3. tr. desus. Cortar o partir.



Bert, el mayordomo, había dispuesto la mesa de la comida de Navidad con precisión y gusto, algo de lo que la Condesa se enorgullecía tanto como si hubiera sido ella misma la que hubiera puesto la mesa e incluso criado al propio Bert. 
Comenzaron con una sopa de menta y una buena porción de cotilleos. 
—Los encontraron junto al río —estaba diciendo el Coronel. Y añadió con un guiño travieso—. Parece ser que la crecida del río los arrastró. Lo que quedaba de ellos, quiero decir. 
Este comentario provocó muecas de repugnancia entre los comensales. 
—¿Ya saben quiénes son? —preguntó el doctor Arrington. 
La Condesa hizo un gesto con la mano, quitando importancia.
—Unos vagabundos cualquiera, supongo; aunque el comisario estaba preocupado. Parece ser que son muchos más los que han desaparecido. Bert, querido, esta sopa está un poco amarga. 
Bert, que estaba en una esquina del salón trinchando el pavo que iba a servir a continuación, asintió ligeramente. 
—Lo lamento mucho señora. Hablaré con la cocinera para que no vuelva a suceder. 
—Dicen que no son los primeros que encuentran —dijo la señora Phillis, la bibliotecaria.
—Los primeros trozos, querrás decir —puntualizó el doctor.
El comentario provocó una avalancha de comentarios y de risas nerviosas y al doctor le valió un cariñoso cachete por parte de su esposa. Cuando se serenaron, la Condesa hizo una señal a Bert para que retirara los platos de sopa. Aunque amarga, todos se la habían terminado y eso la complació tanto como si ella misma hubiera cocinado la menta.
—En cualquier caso dudo que haya más —dijo el Coronel—. Recuerden que soy un experto cazador y sé que no es fácil cargar con un cuerpo. Y mucho menos esconderlo. No digamos más de uno. ¿Tu que opinas Bert?
Los amigos de la Condesa eran un grupo progresista, así que no era infrecuente que introdujeran en sus conversaciones a los sirvientes. 
Bert dejó en el centro de la mesa una bandeja con el pavo despiezado con maestría y finamente fileteado.
—Francamente, señor, nunca le he visto mucha dificultad —dijo. Y procedió a retirar los platos de sopa de menta.
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