Basset, de Stella Gibbons.

Debo confesar que siento predilección por Stella Gibbons. Tiene todo lo que me gusta: té con pastas y una buena dosis de malicia. Nunca falla. 

En "Basset" juega (o maltrata, nunca lo tengo muy claro) dos grupos de personajes. Por un lado tenemos a la señorita Baker, londinense, que no tiene trabajo y sí una pequeña cantidad de dinero que necesita invertir desesperadamente. Por otro lado tenemos a la señorita Padsoe, que no tiene ni dinero, ni trabajo, ni idea de como tenerlo. Pero que sí tiene una casa que pretende convertir en una casa de huéspedes en la que, incluso, está dispuesta a admitir a indios. Como no podría ser de otra manera, ni se entienden ni se soportan.

Por otro lado, están los hermanos Shelling, George y Bell, que viven en una mansión con su madre y se dedican con entusiasmo a disfrutar de la vida con gesto de desdén. Allí llega como dama de compañía la dulce Queenie que se enamora perdidamente de George, a pesar de ella es comunista y él, no. 

Y a partir de aquí asistimos a una novela deliciosa. ácida y un punto cruel, en la que los personajes se comportan como lo que son: seres egoistas unos, desprendidos otros, inocentes o cándidos. Y, entretejiendo todo está el humor corrosivo de Stella Gibbons. 
Inmejorable. 
A modo de muestra, aquí van dos citas:
"...una persona necesita imaginación para ponerse nerviosa, y la señorita Baker carecía de ella."
"La señora Shelling no le despertaba ninguna simpatía, pero la respetaba y, curiosamente, le daba pena (aunque Dios sabe que la señora Shelling tenía todo lo que una mujer podía desear, incluyendo un marido muerto)".

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