Lunes de diccionario. Eolio, lia.

eolio, lia
Del lat. Aeolĭus, y este del gr. Αολεύς Aioleús, der. de Αολος Aíolos 'Eolo', dios de los vientos y padre del pueblo eolio en la mitología clásica.
1. adj. Dicho de una persona: De un pueblo griego que habitó en la Eólide y en otras zonas de la antigua Grecia. U. t. c. s.
2. adj. Perteneciente o relativo a la Eólide o a los eolios.
3. adj. Perteneciente o relativo al eolio ( grupo de dialectos). Léxico eolio.
4. m. Grupo de dialectos del griego antiguo que hablaban los eolios.




Una vez al año Eolo hace limpieza. 
Comienza con los vientos del sur porque lo dejan todo perdido de arena del desierto cuando los sacude. Y los sacude a conciencia porque los granos de arena raspan el tejido del aire y cuando quiere utilizarlos la próxima temporada se ve obligado a remendarlos. 
Después le toca el turno al viento del este. Lo tiende al sol para secar parte de la humedad que trae consigo y el aire se llena del olor del salitre del mar. Los tendrá todo el día fuera y parte del siguiente. Si hay algo que no soporta son los vientos mohosos. 
Para manejar el viento del oeste se pone guantes. Es el viento que utiliza para acariciar las cosechas y es tan delicado que se rasga en cuanto se descuida y resulta imposible remendarlo. Pese al cuidado que pone, se le deshilachan algunos pedazos que van a parar a un cajón. Antes los tiraba; ahora se los deja a los hombres para que hagan girar sus molinos. 
Pasa con rapidez por los vientos menores. Son vientos viajeros, así que encuentra restos de granizo y nieve, polen de las cosechas, hojas y plumas, nada fuera de lo normal. Son buenos vientos, resistentes aunque un tanto caprichosos. En una esquina del cajón hay un montoncito de cenizas que le hace fruncir el ceño unos instantes hasta que recuerda la erupción del último volcán en las islas tropicales. 
Abre con cuidado el cajón de los vientos oceánicos y, a través de una rendija, rugen. Eolo cierra el cajón satisfecho. Por el ruido las tormentas de este año serán espléndidas. Quizá incluso pueda separar unos cuantos vendavales para criar huracanes. Hace mucho del último que lanzó. 
Al caer la noche le duelen los brazos de tender los vientos, sacudirlos y volverlos a plegar. Ha tenido que perseguir un ciclón que había olvidado que tenía y los vientos menores han tratado de iniciar un incendio con un rescoldo; a saber cómo lo han conseguido guardar todo este tiempo. Eolo acaricia distraído a la brisa que juguetea entre sus piernas. 
Ser un Dios es estupendo casi todo el tiempo. Los días de limpieza, no. 

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