El hobbit, de J.R.R. Tolkien

"En un agujero en el suelo, vivía un hobbit"

Releer "El Hobbit" después de tanto tiempo ha sido como llegar a casa después de un día de frío, taparse con una manta y tomarse un té. Acogedor y hogareño.
"El Hobbit" es, en realidad, Bilbo Bolsón. Un ser tranquilo y casero que vive feliz en su agujero-hobbit sin más preocupación que la de procurarse numerosas comidas al día. Una mañana recibe la visita de Gandalf, el Mago. Y a partir de aquí, las cosas se complican. Y es que, todo el mundo sabe que la visita de un mago trae consigo inesperadas consecuencias. 
Las "consecuencias de Bilbo" se presentan a la mañana siguiente bajo la forma de una compañía de doce enanos: Balin, Gloin, Bifur, Bofur, Bombur, Dwalin, Ori, Nori, Oin, Kili, Fili y Thorin Escudo de Roble y la propuesta de una aventura extraordinaria: robar el tesoro de un dragón y recuperar una montaña-reino perdida. 
A diferencia de "El Señor de los Anillos" que es una trilogía tremenda, en más de un sentido, "El Hobbit" es una novela de aventuras más ligera, también en más de un sentido. Parece ser que J.R.R Tolkien la escribió para sus hijos pequeños y eso se nota en el tono.
Al igual que ocurre con más novelas escritas en la época por otros autores ingleses como C.S. Lewis o Frances Hodgson Burnett, cuando un personajes se comporta de un modo pueril, estúpido o cobarde, el autor lo dice sin más. "Por aquél entonces, Fulanito era un niño muy tonto". Y a mi me parece una forma encantadora de describir un personaje. 


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