Conversaciones robadas.

Algún día alguien me dará un sopapo por escuchar a hurtadillas. 
Hasta entonces....
Oído en la parada del tranvía. 
Nueve menos diez de la mañana, momento del día también conocido como "ayayay llegamos tarde al colegio". Una madre, muy trabajadora, muy peinada y muy entaconada, revuelve como loca en la mochila de su hijo. Como el niño es pequeño, su mochila también lo es, así que queda claro para todo el que, como yo, meta sus narices en los asuntos de otros que sea lo que sea que busque en la mochila, no está y no lo encontrará por mucho que se empeñe en meter el brazo hasta el codo.
- ... ya sabía yo que al idiota de tu padre se le olvidaría meter la agenda. Y a ti también, claro. No le puedo pedir nada -revuelve de nuevo en la mochila- Una cosa que tenía que hacer y no la hace el muy imbécil. Apunta todo hoy en un papel ¿me oyes?- rebusca de nuevo- Si es que tu padre es idiota, mira que no meter la agenda. Apúntalo en un papel, que no se te olvide. ¡Cómo se le ha podido olvidar la agenda!
A todo esto, al niño no le crea ninguna angustia haberse olvidado la agenda. 
Yo ni siquiera sé para qué necesita una agenda un niño que tiene todo el aspecto de estar en Infantil y pasar la mañana dedicada a colorear fichas sin salirse de las líneas. Pienso en preguntárselo a la señora. Pero me da miedo. 

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