Mircocuento: El Dios

Lanzó a los siluros contra los cimientos. Sólo una embestida. Un poco cada vez. No habían nacido en su seno, pero habían resultado una especie muy conveniente.
Se entretuvo en trazar los remolinos.
No tenía prisa. Era eterno. Era Hiberus.

Y cuando la primera de las torres de aquel altar que llamaban "Pilar" cayera, retornarían las ofrendas y los hombres pronunciarían su nombre con reverencia.

(Nota: Envié este microcuento a un concurso, pero que no ganó. ¡Con lo que me costó a mi informarme sobre la forma correcta de escribir "Hiberus"! Terminé recurriendo a mi diccionario de latín del Bachillerato. En fin, ahí queda, para disfrute quien quiera).

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares