"Yo, Jennifer Strange, la última cazadragones", de Jasper Fforde.

Jennifer Strange, de quince años, es la directora en funciones de la Agencia Kazam que viene a ser una especie de agencia de colocación para magos venidos a menos. En realidad, todos los magos del Reino de Hereford, y de los Reinos Desunidos, son magos venidos a menos. Si antaño podían conjurar tormentas y hacer temblar la tierra, ahora su magia sólo les llega para desatascar tuberías y entregar pizzas en alfombras voladoras. Además, la burocracia que exige hacer levitar un lápiz hace que la práctica de la magia sea un asunto tedioso.

Todo es de lo más normal del mundo, hasta que los magos comienzan a experimentar picos de energía mágica. Los adivinos vislumbran la muerte del último dragón y parece ser que será Jennifer Strange quien le dará muerte.

A partir de aquí nos encontramos con compañías de cereales para el desayuno que se pelean por poner la cara de la protagonista en todos sus productos, activistas pro y contra dragón, proposiciones de matrimonio, un rey deseoso de invadir un país vecino (pero sin que se note mucho) y con especuladores sin escrúpulos deseosos de adquirir las tierras del dragón.

Y Jennifer Strange, pese a ser una muchacha resuelta y decidida, se ve superada, agobiada y perdida. Más que planificar, improvisa sobre la marcha. 

Por suerte, sus enemigos no son tan listos como ella.

¿Qué más puedo decir?

Desde que leí las Aventuras de Thursday Next caí a los pies de Jasper Fforde.

¿Lo que más me ha gustado?

Pues que el trabajo de Jennifer Strange y el mío tampoco se diferencian tanto. He pensado que a partir de ahora llamaré a la pequeña Administración en la que trabajo "Agencia Kazam". Puedo hacerlo. Yo también relleno montañas de formularios tan irritantes como inútiles y trato con media docena de jefes tan orgullosos y sensibles como si en la punta de sus dedos albergaran toda la magia del mundo. 

Sólo me falta hacerme con una quarkimaña. Será muy útil tener en la puerta del despacho un bicho lleno de dientes y tan feo que me espantara a cualquiera que intentara entrar.