Estado de alarma. Semana 6.

Esta ha sido una semana de verlo todo negro. 
La furia limpiadora de las primeras semanas, la emoción por probar recetas nuevas y ver que salían, ha quedado en nada. Si veo algo de polvo en un mueble, bajo la persiana para no verlo. Saludo a las bolas de borra cuando paso junto a ellas y me pregunto cómo es posible que permanezcan en el mismo sitio día tras días si no son más que polvo y aire en un armazón de dos o tres pelos.
Este fin de semana he llenado el congelador, pero me he limitado a meter verdura (mucha) en el horno y a repartirla en unos cuantos tupers con una fe ciega en que la mostaza y la mayonesa la harán comestible.  
En lugar de hornear bizcochos y sentir la satisfacción de verlos subir en el horno y de sacarlos doraditos y jugosos, estos días me he dedicado a comer galletas con mantequilla. 
En cuanto a la esterilla de yoga, bueno, el sofá y la manta me llaman más fuerte. 
Hace tiempo leí "Estación once" de Emily St. John Mandel. Trata sobre el antes, el durante y el después de que una gripe barra el planeta y, en un momento dado, la autora hace una lista de las cosas que se llevó la plaga. Es uno de esos libros que recomiendo a los que estos días disfruten con historias sobre pandemias mundiales y que desaconsejó a todos los que como yo tengan el estómago débil y la aprensión en niveles elevados. 
El caso es que no me voy a poner a hacer una lista de las cosas que se ha llevado el coronavirus, porque creo que casi todas se pueden reducir a una. Se ha llevado posibilidades. Puede que antes no fuera al cine en meses, pero tenía la posibilidad de hacerlo; tenía la posibilidad de visitar museos, de quedar a cenar con las amigas. Aunque no lo hiciera sabía que tenía la posibilidad de viajar, que si quería podía comprar un billete de avión y utilizarlo. Tengo la impresión de que el covid se ha llevado consigo el libre albedrío y nos ha dejado la incertidumbre. 
Sí que puedo hacer una lista de las cosas que pensaba que iba a hacer durante el estado de alarma y que no he hecho. Creo que ya la hice, allá por la semana dos o tres. Creía realmente que terminaría las historias que tengo a medio escribir y que podría corregirlas y enviarlas por fin a alguna editorial. Creía que me terminaría de leer todos mis libros pendientes y que releería todos los que siempre quiero volver a leer. Incluso creí que haría un puzzle.
En lugar de eso, he descubierto que no tengo ni el ánimo ni la concentración necesaria para leer, para escribir o para hacer puzzles. Pero he descubierto que encuentro consúelo viendo vlogs de gente que lee, escribe y hace puzzles. Son vídeos relajantes, con colores pastel y ritmos reposados. Para mi pasmo, me he dado cuenta de que me gusta ver vídeos de gente bordando; los encuentro muy reconfortantes. Tanto que me estoy planteando comprarme un kit para principiantes cuando todo esto termine. 
Lo que sí que he hecho ha sido lo mismo que está haciendo el resto del mundo, al parecer, y es comprarme una Nintendo y Animal Crossing. Tengo la impresión de que un juego que consiste en pescar, recolectar fruta y amueblar una parcela virtual, con dibujos agradables y con música alegre es lo adecuado para anestesiarme el cerebro. Además, también puedo, si quiero, resolver acertijos con mi adorado Profesor Layton. Pero eso lo dejo para después, para cuando recupere la habilidad de concentrarme.
El caso es que si las primeras semanas llevaba bien esta situación, ahora se me hace cuesta arriba. No ayuda el que tenga la sensación de estar en mayo y descubrir con horror que todavía es abril, ni que por las mañanas tenga que dedicar un rato a pensar si estoy en la franja del lunes al viernes o del sábado al domingo. Además, llega la primavera y hacer sol y trinan los pájaros y yo soy más de invierno y frío y animales hibernando.
Hay una escena maravillosa en Desayuno con diamantes en la que Audrey Hepburn dice: "Los días rojos son terribles. De repente se tiene miedo y no se sabe por qué. Cuando me pasa, lo único que me consuela es coger un taxi e irme a Tiffany's". 
Pensándolo mejor, creo que esta ha sido una semana de días rojos. 

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