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Crónicas del verano. Un puñado de decisiones sensatas tomadas fuera de temporada.

Cuando a mediados del mes de junio se alcanzan los cuarenta grados lo más sensato que puede hacer una es echarse a temblar pensando en agosto, recogerse en casa con las persianas bajadas, el aire acondicionado a punto y el ventilador estratégicamente situado y procurar no moverse. Hibernar, pero a la inversa.  Por supuesto, yo hice todo lo contrario.  En primer lugar, visita a la dermatóloga, donde a una pregunta de lo más sencilla («Me podría quitar estas verruguitas del cuello?»), le siguió un ejercicio de profesionalidad y eficiencia con un bisturí eléctrico que tuvo como resultado a mi, sin verrugitas, pero con el cuello moteado de heridas, instrucciones de aplicar betadine y de protegerme del sol.  «Estas cosas se hacen en invierno» —me dijo la doctora al despedirme.  No discutí con ella. Cuando alguien tiene razón, la tiene.  ¿Y qué debe hacer una persona con el cuello dolorido y la advertencia de alejarse del sol cuando hay cuarenta grados a mediados del ...

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