El Gran Kandinsky
Todo el mundo piensa que la magia está en el mago. Se equivocan. La magia está en las candilejas, en el terciopelo de los asientos y en las luces eléctricas que zumban en el patio de butacas. En los vestidos largos de las damas y en los trajes bien cortados de los caballeros. El Gran Kandinsky lo sabe muy bien, que todo truco de magia es un engaño y todo mago es, en realidad, un tramposo. Pero un tramposo con orden y con método. Eso lo que le diferencia a él de cualquier trilero que hace bailar las cartas frente a la estación de trenes. Lo aprendió hace dos décadas de su maestro, cuándo él no era más que un muchacho imberbe al que había que remeterle las costuras para que no pareciera que estaba a punto de desaparecer engullido por su propio traje sobre el escenario. Y se le grabó a fuego cuando su maestro no salió de la tina de agua de la que debía escapar triunfal, al compás de la orquesta. Se llevó a cabo una investigación, por s...





