Crónicas del verano. Septiembre
Pues eso. Septiembre. Por fin. Me he pasado el mes de agosto sudando, resoplando y asomándome a los últimos días del mes, atisbando el calendario y preguntando «¿Septiembre¿ ¿Estas ahí?» con voz desmayada. En su defensa diré que septiembre siempre llega, con sus mañanas frescas y sus noches tempranas. Y con él llegan los últimos veraneantes, arrastrando los pies, renegando del comienzo del colegio, del trabajo, de la rutina. De pronto todo es un buscar cazadoras que abriguen un poquito más. Comienza la caza de libros de texto (mal mes para acercarse a las librerías), la búsqueda de clases de gimnasia porque hay que rebajar un poco los excesos del verano antes de que se junten con los excesos del invierno y la báscula del baño se ponga a chillar. Y dónde puse la tarjeta del autobús, que no me acuerdo. Y cómprame unas tiritas que parece que estos zapatos cerrados ahora me rozan. A mi me gusta septiembre. Es la puerta a ocubre y a noviembre. Es un mes de transito, indeciso, jug...