Lunes de diccionario. Violetero, a.

violetero, ra

1. m. y f. Persona, especialmente mujer, que vendía en lugares públicos ramos de violetas.

2. m. Florero pequeño para poner violetas.

La salida de la ópera es la ocasión para que los varones de la aristocracia exhiban sus mejores galas, para que las damas exhiban a sus esposos y para que los violeteros vendan sus ramilletes de flores. 

Apoyada en una columna, la profesora Higgins toma nota de la discusión entre dos violeteros; uno de ellos ha tirado al suelo la cesta de otro, que le dedica una ristra de insultos que la profesora nunca había escuchado en boca de un hombre, ni siquiera de tan baja estofa. 

—¿Y usté c’apunta? —se vuelve el violetero agitando un ramillete aplastado. 

—“C’apunta” —repite la profesora—. Atroz, sencillamente atroz. 

—¡Oiga usté! —protesta ofendido el violetero —. Pá m’enseñó ablar tanto como a mis hermanas. 

Una mujer que le había comprado un ramillete unos minutos antes, se apiada de él y se aproxima.

—Cálmese, querido. La señora sólo está apuntando lo que dice. 

—¡Yo no he decido nada malo!

—“Decido” —la profesora Higgins menea la cabeza—. Lamentable. ¡Qué futuro le espera a una criatura así, incapaz de hacerse entender en sociedad. Si yo quisiera, querido, podría enseñarle a hablar a usted como a un marqués. 

—No diga eso —le interrumpe la mujer—. Hará que se haga ilusiones. 

—¡Como a un marques! —insiste la profesora—. Podría hacer que bailara con la mismísima princesa sin que se diera cuenta de su origen. 

—¡Valiente embuste! —responde la mujer—. Ni la mejor lingüista de Londres sería capaz de algo así. 

—Oh, pero es que yo soy la mejor lingüista de Londres. Profesora Higgins a su servicio. 

—¡Pero si he venido de propio a conocerle! Su trabajo sobre la clasificación dialectal de las guturales me resultó de gran utilidad en mi investigación de los dialectos del sur de la india. 

Las mujeres se alejan sin dejar de hablar y sin acordarse del violetero que mastica el tallo de una flor. 

Bailar con la princesa…